lunes, 25 de noviembre de 2019

Has visto cosas increíbles

Has visto cosas increíbles. O cosas que no te creerías jamás que fueran reales y que han pasado y no te las esperabas de ninguna manera. El mundo no puede ser así. Disparando indiscriminadamente, porque ya solo nos queda eso. Contar las cosas inverosímiles que no esperábamos ver nunca. Mientras escribo todo está tranquilo, hace mucho tiempo que no escribo y que no cuento las cosas maravillosas que me pasan. Disparando indiscriminadamente hacia un lado y otro, porque por eso es indiscriminadamente. He visto cosas increíbles. Cosas que se confunden con tiempos anteriores, cosas tremendas que estoy olvidando. Como un ataque de epilepsia, por ejemplo, que soy incapaz de recordar del tirón y me tengo que parar un momento para encontrar la palabra. Ataque de parálisis, no. De epilepsia. Has visto cosas increíbles. Cosas que señalan el nacimiento de un tiempo nuevo que es indefectiblemente peor. Y me gusta utilizar esas palabras y cuestionarme luego porqué las utilizo y llegar a la conclusión de que, utilizándolas, me parezco de alguna manera a la persona que quise ser. Y que no soy. Para siempre. Has visto cosas increíbles y has utilizado el recurso de la repetición indiscriminadamente, sin mirar. De manera increíble. Todo es increíble y como un sueño. Todo está tranquilo ahora. Debería haber rellenado la botella de agua con agua del grifo del lavabo de delante de los ascensores, porque no dejan entrar al lavabo si no eres familia del paciente y ahora tenemos compañero de habitación y ya no puedes hacer lo que te da la gana. Has conocido sensaciones increíbles, pero te faltan experiencias, muchas experiencias por conocer, por vivir, que ya difícilmente vas a alcanzar. Nunca creíste que ibas a trabajar con una gata y lo estás haciendo. Y cada día la sensación de picor es más fuerte en los ojos. Ven, cuéntame todas esas cosas increíbles que conoces, cuéntame todo eso que dices que sabes, hazme soñar con todo eso que está sucediendo. En las vidas ajenas siempre encontrabas consuelo. Los otros vivían siempre mejor. Y no es verdad. He descubierto que, durante mucho tiempo, viví muy bien. Muy cómodo. Sin mezclarme. Eso era bueno. Ahora tengo que ver esa cara repapiejar y no es tan viejo. Siempre parece joven. Es joven. De hecho, ahora es más joven porque son dos. Has visto cosas increíbles como esa. Ya no es uno, ahora son dos más. La juventud se te escapó entre partidas de dominó, rondas a pagar a sabiendas que ya no beberías en todo el viernes y un sinfín de sucedáneos. Has visto cosas increíbles asomándote a la enciclopedia larousse mientras ibas al lavabo. Puedo contarte los versos más tristes esta noche, porque los he leído y memorizado un poco a mi rollo. Años después, el poeta sale a realizar su número y deja a los parroquianos boquiabiertos porque no solo dice indefectiblemente, es que dice más cosas y con un cierto ritmo. Y ese ritmo está certificado en vasos para beber cafés con leche y nos reconocemos parte de una secta que le canta a sus madres, a sus abuelos muertos. Pero yo os gano a todos. Yo soy el que se queda al final de todo y piensa, yo soy mejor. Yo soy mejor que todos ellos. Y no lo sabréis nunca. Y lo sabéis desde que llegué. Sabías que no era normal. Y así van pasando los años y los días y las horas y los minutos. Toda la vida pautada y toda la vida es una putada. Yo también sé hacerlo. Y esa puta manera de creer que has visto cosas increíbles.
Es un punto y aparte para acordarme de revisar todo lo que escribo y saber que, un día u otro, me preguntarán por ello.
- Hola, buenas tardes. Se ha editado una compilación de tus escritos, qué nos podrías decir sobre esta serie de artículos y demás que la Editorial PeTar ha puesto en circulación.
- Yo ahora quisiera acordarme de algo. De la enfermera cambiando los botes de suero o de antibiótico y yo ahí mirando y pensando que yo, no hace tantos años, quizás pensé que y era mucho más útil para la humanidad y que lo que principalmente me define es el acto de tapar la pantalla del ordenador como si tuviera miedo de que la enfermera, que me conoce y yo la conozco, pudiera leer lo que estoy escribiendo.
- Es usted un gilipollas.
- He visto cosas increíbles.

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