martes, 5 de noviembre de 2019

La parada de los monstruos

Ser de izquierdas en este país debe ser una mierda, porque a ver, qué te queda. Qué nos queda. Ser de izquierdas en este país da pena. Ser de izquierdas en este país y no tener a nadie que quiera jugar contigo, que quiera estar contigo, que quiera hacerte partícipe de algo. Todo tiene que ser 'os esperamos con los brazos abiertos'. Todo es 'confía y vótame a mí aunque no te acabes de fiar'. Todo es mal. No confíes en los tuyos, aunque seas de izquierdas, lo tuyo no vale para nada. Debes volver a lo posible. Debes volver a confiar en que Nadia Calviño sea vicepresidenta económica del Gobierno y que derogue la reforma laboral cuando ya ha dicho que no piensa derogar la reforma laboral. Debes confiar en las chaquetas de pana, en las cunetas llenas de muertos esperando a que, ahora sí los exhumen aunque espero que no tengan que estar presentes las familias de los fusiladores para darle más dignidad al asunto. Es una mierda ser de izquierdas en este país.
Siempre teniendo que acabar confiando en quien sabes perfectamente que te va a tomar el pelo. Solo quedamos un grupo de unos pocos millones de irreductibles que no se han pasado al halago a Amancio Ortega, a decir que los empresarios deben proporcionar buenas condiciones de trabajo, que lo primero es la firmeza democrática, que todo pasa por apretar más la ley, por demostrar que la tenemos más grande todavía, que todo es un problema de convivencia. Nos
Nos tenemos que conformar con que no nos miren a la cara cuando les hablamos, porque no estamos al mismo nivel, porque nosotros qué sabemos, porque nosotros no dejamos dormir tranquila a la gente. Porque deberíamos desaparecer.
Porque deberíamos tener 14 o 2 diputados y apelar a la épica de la resistencia y celebrar el 1 de mayo y votar con ellos cuando lo necesiten y alardear de ser invitados a sus desfiles, sus actos, sus jornadas sobre feminismo, sobre lgtbi, sobre lo que se les ocurra. Ser el fondo rojo de sus cuadros. Ser bulto en sus fiestas.
El debate de ayer demostró que únicamente hay una fuerza de izquierdas en todo el Estado. Pablo Iglesias hizo las únicas intervenciones de la izquierda clásica. O de la izquierda moderna. De cualquier tipo de izquierda. Pero tenemos un problema.
El problema se llama 'lo de siempre'. Lo de siempre es que en este país hay tanto terror a la derecha, sea extrema, sea centro, sea derecha, que ese terror bien manejado, esas alusiones a las fosas comunes, ese recuerdo de tu abuelo, ese 'niño tú no sabes de qué estás hablando'. Ese miedo atroz a la derecha que hace que millones de personas de buena voluntad vuelvan a caer en el trilero de turno que les mira a los ojos y les dice 'solo sirvo yo'. Y caen.
Así que eso. Ayer lo mismo de siempre. Derechas haciendo de derechas, Sánchez hablando como un señor de derechas normal y corriente e Iglesias asomando la cabeza con el discurso más sencillo posible.
¿Y?
Todas las encuestas de los diarios dicen que los socialistas no se van a comer eso que decían que se iban a comer. Incluso escucho a optimistas diciendo que nosotros vamos a mejorar.
Pero ser de izquierdas en este país es muy chungo.
Ya no digo en Catalunya, donde ser de izquierdas prácticamente es como jugar a las zamburguesas.
Bueno. Fuera de Catalunya es igual.
Un debate en el que ya no hablamos de un giro al centro del PSOE, hablamos de un giro a la nada, al desastre. Pero es un desastre que promete a Nadia Calviño como vicepresidenta.
Uno no espera ya nada de esto, pero lo de ayer fue francamente desolador.
Un saludo a los de Ciudadanos porque seguramente será de las últimas veces que se leerán en un escrito o en una historia de estas.
Esa sensación que tengo de que lo estamos haciendo bien, demasiado bien.
Esa sensación de que los socialistas saben algo que los demás no sabemos. Que lo han aprendido de Catalunya. Que eso de ser de izquierdas es una mierda.

2 comentarios:

  1. Yo ya he votado. Bueno, enviado mi voto al consulado. Que no sé si llegará o si lo contarán. Que quien sea reparta suerte.

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