jueves, 17 de junio de 2021

Constructivismo


Desde que conocemos al doctor Kumanov. Desde el preciso momento en el que nos lo presentaron, Vanka y yo pensamos lo mismo. 'El doctor morirá pronto'. El doctor Kumanov participó en una celebración en casa de los señores Hebner. Se celebraba que el señor Boris Hebner había recibido un nombramiento imperial que le destinaba a una ciudad tártara como supervisor general y, para disimular el tremendo fastidio que causó en la familia dicho nombramiento que bien sonaba a un destierro, habían decidido montar una fiesta para que nadie pudiera sospechar su enfado. Vanka y yo sabíamos la verdad pero asistimos de todas maneras. La vida se nos había vuelto muy aburrida y tanto Vanka como yo procurábamos no perder comba social para poder estar entretenidos. Y allí estábamos. Conversábamos con los hijos y las hijas de los Hebner. A mí me resultaba especialmente simpático el hijo mediano, Vitali Borisovich, que decía tener aspiraciones en el ejército. Me gustaba espolearle y alentar sus sueños bélicos contándole hazañas inventadas de nuestros gloriosos generales en alguna guerra perdida y le decía que allá en la Tartaria podría comenzar una meteórica carrera participando en el Gran Juego. Al joven Vitali se le iluminaban los ojos. Pobre desgraciado. Por su parte, Vanka hablaba con la princesa Manakova sobre su recientemente superada enfermedad. La princesa había sufrido al parecer una crisis nerviosa y se había recuperado gracias a la influencia de un doctor, que no era un doctor, sino una suerte de hechicero que decía ser cosaco pero que a todas luces parecía venido del extremo oriente. El hechicero estaba en la fiesta y no participaba en las conversaciones. Estaba sentado en una sala, mirando a la pared, y repetía unos extraños cánticos en voz baja. La princesa Manakova parecía francamente mejorada, e incluso se reía con alguno de los comentarios de Vanka. La princesa Manakova comentó de hecho una novela que había logrado leer después de su recuperación. Hablaba de un pintor que imaginaba obras en las que las figuras eran sustituídas por bloques de color, por formas, por elementos que no tenían que ver con... Vanka asentía ante las ocurrencias de la princesa Manakova y yo seguía exacerbando los sentimientos bélicos del joven Vitali confesándole que en mi juventud participé en campañas contra los turcos en la frontera y las atrocidades que había cometido. Todo inventado. En un momento en el que volvimos a coincidir para comentar la fiesta, bastante aburrida, reparamos en el doctor Kumanov. Y comentamos al unísono su mal aspecto, su mirada perdida. 'El doctor morirá pronto. Y efectivamente, al cabo de unos días, recibimos una carta del señor Hebner diciéndonos que el doctor había muerto. 

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