jueves, 6 de enero de 2022
Crónica de la Cabalgata 2022. Breve intensidad descarbonizada.
Si todo empieza ya un poco del revés, no esperes que se recomponga con el paso del tiempo. Con este espíritu tan poco navideño se encara esta crónica de los breves momentos que pasé en la Cabalgata de esta Santa Coloma que quiero más que a mi propio corazón y a mi propia alma y todo lo que ello conlleva y consume. Una cabalgata a la que llegué apresuradamente ya que consideré que era mejor presenciar la cabalgata en cuestión, fueran las circunstancias que fueran, antes que dedicar mi tiempo a cualquier otra actividad en cualquier otro espacio y todo ello por el amor inconmensurable que guardo hacia esta ciudad y mis convecinos incluidos. Y por saber. Porque a la cabalgata se va a saber qué es lo que hay y qué es lo que no hay y qué año nos va a aguardar. Y tengo una noticia que darle a la ciudadanía colomense. O bien este año que entra va a ser todo miel sobre hojuelas o bien se nos ha escatimado la posibilidad de recibir una recompensa en forma de carbón a todos aquellos que hemos sido un tanto irregulares en nuestro comportamiento y en nuestra pasión por la ciudad. No hubo carbón y no hubo carboneros, creo entender que por que las medidas covid impiden que se reparta carbón de manera presencial y quizás recibiremos una llamada telemática por la que se nos consignará el elemento oscuro que nos merecemos los malos colomenses. Todo empieza mal desde el momento en el que llegas a la cabalgata con esta ya comenzada y una voz te va advirtiendo que estás mal colocado, que estorbas, que ahí no. Un mosso o guardia urbano me amargó esos primeros instantes de cabalgata requiriéndome a apartarme de ahí porque venía un coche de los mossos o porque venía una furgoneta de la urbana o cualquiera de las dos cosas. El caso es que por un pelo no me pierdo la principal motivación, inconfesable, para no perderme la cabalgata como es ver qué nos tiene preparada Yolanda Valero y que por poco se me pasa y solo pude hacer esta mierda de foto, tan lejos de la excelencia de otros fotógrafos que sí que han sabido recoger el auténtico espíritu de la cabalgata. Así las cosas, si lo primero que ves es ya a Yolanda Valero y su escuela danzando por las calles, todo lo demás tiene que ser, por fuerza, peor. Y así que esta cabalgata para mí fue breve y ya un tanto desnortada, no reconocí a ninguno de los reyes, ni por saber quién era quién ni por saber quién se escondía detrás de los trajes. Solo reconocí a un pequeño paje y poco más. Y de ahí, esperar a que pasara el resto de la cabalgata que no fue excesivamente numerosa, con esas figuras articuladas y esas personas subidas en zancos con maravillosos vestuarios que me gustaron y decir ya que estamos y por no hacerme excesivamente más pesado de lo habitual que ha sido el peor año en recogida de caramelos que recuerdo. No tanto por que se repartieran pocos caramelos, que creo que este año los puñados iban generosos sino porque no he hecho esfuerzo alguno por agacharme a recoger. Y la competencia va creciendo en calidad y uno ya no tiene aquel entusiasmo. Gente por las calles, alguna menos que en otras ocasiones, familias con niños y niñas y gente expectante para ir a tomar algo en cuanto acabara la cabalgata. Poco más. Cómo va a ir el año, qué señales nos manda la cabalgata de este año. Tengo una noticia que daros, colomenses, todo irá igual si estás mirando.
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