miércoles, 9 de noviembre de 2022
A favor del libre comercio
Soy una persona que me tengo por inteligente. No especialmente constante, ni especialmente hábil. Reconozco que cada vez más, necesito que se me expliquen las cosas un poco despacio. Antes creo que no me explicaban las cosas tan complicadas que ahora me explican y por eso es que necesito algo más de tiempo. Antes evitaba las cosas complicadas, que no me exigían demasiado, pero ahora he entrado en una dinámica de circunstancias en las que me enfrento a conceptos complicados o materias que se me hacen una montaña y que por eso mismo antes esquivaba y será por lo mismo por lo que ahora me cuestan. Pero no por ello dejo de comprenderlas. Sigo más o menos un esquema establecido de pensamiento, de razonamiento de las cosas, por las cuales todo tiene al final un sentido determinado y así voy desenvolviéndome por el mundo. Nunca he ido bien de cabeza y he sido más bien remiso a entrar al choque, pero no por ello rehúyo la pelea o cuando hay que meter la pierna o dejar los tacos, pues lo hago. Creo que soy un buen pasador, tengo mis detallitos técnicos, pero estoy bastante fuera de forma. Me puedo pasar el partido hablando y ordenando el equipo. Si eso significa que sé trabajar en equipo, pues tú mismo. Me parece que escribo deprisa con el teclado, aunque miro el teclado, pero hice el curso de meca y me lo saqué. Tengo conversación pero noto que, con los años, voy limitando mis temas de discusión a uno solo. Efectivamente. No sé si antes no era así también. Pero ahora se me nota más. Mido uno setenta y peso más o menos ochenta quilos, pero tampoco me peso demasiado. Salgo a caminar todas las mañanas que puedo, pero hay mañanas en las que no resisto la tentación de volver al catre cuando suena el despertador. Me pasa que creo que siempre soy peor de lo que luego me dicen que soy. Me pasa también que a veces ve uno cada cosa que piensa, para que lo haga este, ya voy yo. Y en esta dicotomía de comportamiento me he ido moviendo. Mal pero bien. Peor pero mejor. Ahora mismo estoy disponible. Bueno, aunque no lo estuviera, si la oferta es buena y la podemos vender entre todos de una manera fetén, manejando el relato y esas cosas, puedo hacer lo que sea. No soy rápido, pero tampoco estoy todo el rato quieto. Suspendía gimnasia repetidamente. También tengo mala caligrafía. Puedo ir vestido de una manera absolutamente informal y de repente un día ponerme una chaqueta. Y la gente me dice, qué haces con chaqueta, qué elegante. Me gusta leer. Me gusta mucho la música, pero la música que me gusta a mí, que suele ser un abanico amplio de músicas que, seguramente, no concuerdan con tus gustos. Si concuerdan con tus gustos, ya no me gustan. Con lo de leer me pasa algo parecido, muestro interés por escritores que no he leído pero si no los he leído ya con la edad que tengo, será por algo. Me gusta escribir y soy rápido componiendo textos más o menos resultones que sirven para salir del paso. Siempre me ha costado mucho la formalidad en los textos. De catalán creo que voy bien, pero reconozco que hablando puedo soltar un 'trabaju' o cosas parecidas porque no puedo ir tan deprisa como me gustaría. De inglés, pues mira. También soy capaz de inventarme el italiano. He viajado por algunos sitios pero tampoco me mato por viajar. Tengo coche compartido a medias con mi compañera. Como todo el mundo, yo también considero que un proyecto va más allá de unas siglas. Y que importan las personas. Y los objetivos. O lo que se me diga. Correo electrónico y teléfono móvil. Pueden leerme en este espacio elgelidotolya.blogspot.com y verán que como digo una cosa, puedo decir la otra. Estoy pendiente del móvil las 24h por si me quieren llamar. Gracias.
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