viernes, 25 de noviembre de 2022
Condillac
Ahora te va a sonar a raro lo que te voy a decir, pero durante un tiempo he tenido pensamientos que no tienen relación entre sí. Acostumbráis, la gente como tú, a pensar las cosas como en un hilo. Desde la mañana hasta la noche, todo está sucediendo de una manera correlativa hasta que llega la hora del sueño y así hasta el día siguiente. ¿Condillac me dices? No lo conozco. Qué extraña manía la de meterme en mitad de la conversación el nombre de alguien que no conozco. No sé cómo lo haces que, cada vez que estoy hablando sobre un tema, me sueltas el nombre de alguien que debió decir algo en algún momento y me cortas el rollo. Sí, me lo cortas. Me lo cortas porque entonces pierdo el hilo y no solo es que pierda el hilo, es que además me hace pensar que no conozco a nadie de esos grandes autores o pequeños autores o lo que sea autores que me comentas. Y ahí me descoloco y me siento mal. Condillac, no sé quién es Condillac, supongo que será algún filósofo o penador que tú has estudiado, porque tú lo has estudiado o lo que sea. Es igual no me vas a interrumpir, pienso a veces de manera inconexa. Es decir, que estoy pensando en una cosa y no tiene porque pasar nada para que me ponga a hablar de un detalle insignificante de tu corte de pelo o de una guerra en Asia o de mil pesetas o te quiero rebanar un ojo y chupar a ver a qué sabe y volare cantare y dos mil pesetas y el verano pasado me pareció como si lo hubiera vivido otro y un autobús antiguo de los rojos de los que iban a Barcelona y el siglo sexto tuvo que ser aburridísimo pero aquí estamos gracias al siglo sexto y la música actual y Guerenabarrena y así casi todo el día y tú me hablas de Condillac. Vale. Ahora lo pillo.
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