jueves, 3 de noviembre de 2022

Crónica del #Plegramenet de octubre pero que se hace en noviembre porque había que meter lo de los presupuestos y al final casi casi. Historia viva.


Por el norte llegaron los celtas, por el sur vinieron los íberos y en el centro se juntaron. Así lo explicaba la dire, la señorita Teresa o Maria Teresa. Sin embargo, es en el norte donde encotramos el Poblat Ibèric y no en el sur, puede que porque seamos un poco sur, como no dejamos de recordarnos y recordarles y recordarse y regodearnos cada vez que tenemos una mínima ocasión. Somos sur, a veces un sur que parecía que ya nos habíamos encargado en dejar atrás, con flequillos y chaquetas de cuero, pero no, siempre vuelve y siempre acaba devolviéndonos a algo que yo que sé. Déjame, hoy no tengo ganas de ser un narrador fiel, como acostumbro, de la realidad que me circuncida. Déjame, no quiero estar contigo. Es mejor que leas lo que te voy a contar. La historia de Santa Coloma de Gramenet comienza hace cuatro años, menos de cuatro años, cuando por fin supimos lo que era una manera de hacer y de decir las cosas que no habíamos visto por estas tierras. Los lugareños estábamos acostumbrados al relato épico de tiempos gloriosos de autobuses secuestrados, ambulatorios, semáforos, asfaltado de calles, recuperación de terrenos, etc. De ahí pasamos a la construcción con un boli bic, una goma de pollo y un plan debajo del brazo de una ciudad que pretendía ser diferente porque era distinta y era todo y todo podía hacerse o intentarse y nos perdimos en los tiempos que ya habían cambiado. Todo aquello lo sustituyó después la satisfacción de habernos conocido y de ver como todo ya era y ya estaba y solo había que ponerle algo de alegría, mucha alegría, algo más de cemento, algún que otro episodio carcelario y después el cielo que tocamos cada día y en el que estamos instalado con 17 arcángeles que nos guardan. El Echoes de Pink Floyd que suena me quiere devolver a un estado de placidez que recuerdo de cuando todo estaba ya decidido y las formas y las maneras de nuestros gobernantes eran y son y serán y no habrá nada que las detenga. Unas formas y maneras acicateadas por una sociedad civil que vive de aquel tiempo pasado glorioso, de aquella luz transformadora, que invita a estar alerta a nuestros gobernantes que han de hacer lo indecible por no verse superados por ese mito candente, ese fulgor que nos quema. Pero todo eso cambió hace tres años cuando apareció un actor nuevo, diferente, a veces parece que extraño, a veces parece que no acaba de cuadrar, a veces parece que no lo sabemos situar. Parece de azúcar, parece de mentira, parece que no juega, parece que no está, parece que siempre quiere estar, siempre algo que apuntar y que decir, pero no sabemos qué. Quiere ser tu amigo, quiere ser tu altavoz, quiere que le cuentes las cosas, quiere acompañarte, quiere que seas también un poco suyo, quiere que estés bien, y estarías mejor en su lugar. Son cosas ya vistas y oídas durante años, muchos años, porque este juego no lo inventó quien te digo sino que ya otros antes lo hicieron y lo hacen tan bien que se extraña uno de que se quiera jugar con las mismas cartas. Unas cartas que están marcadas desde hace tanto tiempo que supone un soplo de aire fresco o repetir la podedumbre de siempre si acercas bien la nariz. El Pleno Municipal de ayer tarde noche parecía que iba a ser eterno, largo, duraría muchas vidas y los hijos de tus hijos y los nietos de tus nietos se acordarían de él, pero no fue tal. Porque hubo un chispazo, una retirada, una claudicación o un paso atrás de quien ve que el juego se juega de una manera que siempre es la misma y que no se acostumbra a no jugar en igualdad de condiciones. Aquí no se juega a enseñarle el juego a los demás, error, no se juega a decirle a los demás cómo es el tablero, las reglas, las normas, dónde están las trampas, dónde están los baches en el camino, cómo se hacen las cosas de la recta manera. Error. Aquí este juego ya está inventado y si no se juega mejor es porque no se quiere jugar mejor, no nos da la gana. A ninguno. Y miramos con extrañeza y una profunda y absoluta desconfianza a quien nos viene a explicar el juego que ya hemos jugado. Siempre nos parecen de fuera. Aunque sean de aquí. Más si son de fuera. Vienen a explicarnos lo que somos y vienen a hacernos la misma trampa que nos llevamos comiendo desde hace tantos años que ya ni nos acordamos de cómo pudo ser. De qué manera. En qué momento se jodió todo. Ahora nos van a decir cómo se juega al juego con las normas de siempre y aplicando esos mismos trucos que ya hicieron odiosos a otros pero que, ay, no les han bajado del burro nunca. Cooptar, captar, asimilar, comprar, usurpar, desmemorizar, reescribir la memoria, hablar de una memoria pero no de otra, esas cosas como presentar una moción de una entidad que te reclama a ti mismo que hagas algo y que aprovechas para cargar precisamente las culpas a otro, cuando lo más lógico hubiera sido que hubieras pasado de esa moción pero esa voluntad de enseñarnos el juego te hace presentar una moción de la Favgram sobre la extensión de la línea de metro para Can Ruti que la Generalitat tiene que hacer y que retrasa como si no fueras la Generalitat o en todo caso como si el problema fuera de otro. Y no. Ya no. Pero cuela. Es un detalle de otros muchos que durante el pleno te llevan a pensar si todo esto que nos está pasando nos lo merecemos realmente o estamos ante un momento histórico. Un gobierno municipal que se sabe todos los trucos, inventó las reglas de juego, tiene jugadores titulares y suplentes y Drazen Petrovic se las chupa todas o bien puede repartir el juego a Toni Kukoc, inventores del juego que ya se jugaba antes. Este gobierno municipal ya inventó no ser gobierno municipal cuando no era de ningún partido pero solo un partido era el verdadero. Este Gobierno municipal ya se lo sabe, a veces sabe tanto que parece que remolonea, que se duerme, que lo pillas en babia, creo que he marcado un gol. Gol. Te acuerdas del gol. Gol. Qué quedó de aquello. Queda lo que queda. Todo un pleno marcando goles de córner. Este Gobierno municipal es como el barco fantasma de playmobil, que no sé si tuvo barco fantasma, o si iba artillado hasta los ojos pero te parecía que le faltaban piezas porque a fin de cuentas en Santa Coloma somos descuidados, pero raca, ya te han pillado. Y ahora, desde que la historia comenzó de nuevo, hay quien ve a este gobierno municipal de aquella manera, imperfecto, porque ellos han visto fuera que el gobierno es otra cosa y para aglutinar gente hay que hacer exactamente lo mismo que si estuvieran en el gobierno municipal. Ser gobierno municipal bis, gobierno municipal 2, el gobierno municipal moderno, que sabe, instruido, formado, referente. El primer gobierno municipal de Santa Coloma. ¿Se saben la historia del Institut 9? Es, en todo caso, una historia preciosa de idas y venidas, de dificultades insalvables y de infraestructuras que deambulan por Santa Coloma y que ni el mejor gobierno, ni el Gobierno de siempre, ni usted, ni yo, ni el Infograma siquiera, saben calibrar en su justa medida. Un Institut que hoy puede estar allí o aquí o acuyá o donde el Full Informatiu nos indique yo todo estará bien. Menos donde tiene que estar. Ni el mejor, ni el peor. 

Los meses pasan, los plenos se acaban. El compañero Antonio García, de Amnistía Internacional, recordaba cómo el último pleno al que asistió salió insultado y... los tiempos de Plataforma. Son tan lejanos que ni siquiera Ciudadanos se acuerda. No estar entonces es no haber tenido historia. Parece. Aquellos tiempos. De trifulcas, puñetazos en el pasillo, qué asco. Los meses pasan y los plenos se acaban. Ah, sí, el presupuesto. Lo de siempre. Rebombori pero no hay nada nuevo bajo el sol. Los Comuns no salimos de nuestro asombro. Me estás contando un chiste del que ya me he reído. 

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