lunes, 19 de marzo de 2012

Kinhome Jones



Se levantó cuando ya le empezaba a doler la cabeza de tanto dormir y el móvil no dejaba de zumbar recordándole que había quedado a las once en la esquina. Salió de la cama, se lavó la cara y se puso una camiseta de manga larga y cuello largo y el chandal blanquito. El chandal le olía a tabaco. Se calzó las bambas y se peinó. Bien de gomina. En la cocina estaba el desayuno que le había preparado su madre antes de irse a trabajar. Como tenía que calentarse la leche, pasó del tema y dejó el bocadillo ahí. Cogió los veinte euros de la mesita que le había dejado su madre y salió a la calle. Se protegió del sol con las gafas que llevaba en el bolsillo y se sentó en un banco de la esquina a esperar a su colega mientras se fumaba un cigarrito. Veía pasar a las señoras que iban a comprar en el super de enfrente y a los jubilados que se arremolinaban en el banco de al lado para comentar y recomentar lo que habían escuchado en la radio por la mañana. Una mañana de lo más normal. Empezaba a hacer buen tiempo, el solete calentaba pero no molestaba y alguna y alguno habían desempolvado ya la camiseta, mostrando carnes. Nuestro amigo estaba ya recordando dónde habría dejado su madre las camisetas de tirantes, y mirando el móvil para ver si su colega le llamaba o algo, cuando a lo lejos, corriendo como un desesperado, un hombre de mediana edad se abría paso entre el gentío. Desgreñado y con una barba de semanas, meses, pero con un traje negro ajustado y unos luminosos zapatos de rejilla, parecía venir huyendo de algo o de alguien. De vez en cuando miraba hacia atrás y seguía corriendo. El colega del chandal vio como el greñas trajeado se iba acercando hasta que llegó a su altura y se sentó a su lado en el banco. 'Vaya carrera, jefe'. El melenas recompuso algo su figura y sacó un peine. Se alisó el cabello y se lo echó para atrás. Giró la cara mirando hacia donde venía y luego miró al chaval del chandal.

'Vamos a ver, déjate de tonterías y haz cómo que no me conoces. Mira hacia otro lado y no me prestes atención. Si viene un señor bajito y delgadito, con el pelo chupado, preguntando por Kinhome Jones, le dices que no sabes nada ¿entiendes?'. Era la primera vez en su vida que el chaval del chandal escuchaba el nombre de Kinhome Jones. 'Este se ha escapado de los locos', pensó. 'Claro claro, jefe, yo le digo que no le conozco y punto. Y si el nota ese se pone tonto ahora mismo va a venir un colega mío y entre los dos le metemos una al enano ese.. ¿que no?'. El chaval le mandó un mensaje a su colega diciéndole que viniera pronto, que había un tío con él la ostia de raro y que se iba reir. Kinhome Jones, ya más tranquilo, sacó un libro de la chaqueta y se puso a leer. Un pavo con un chandal negro del Barça y con un corte de pelo exactamente igual que el que llevaba el del chandal blanco, llegó y se sentó en el banco también. '¿Qué pasa nen?'. 'Ya ves, nen'. Al cabo de unos minutos apareció corriendo un señor bajito, muy nervioso, y le preguntó al chaval del chandal, sin fijarse en absoluto en el barbas que tenía al lado, si habían visto por allí a Kinhome Jones.

Y el chaval del chandal blanco va y le dice que lo tiene delante. El chaval del chandal negro, que tiene un precioso alfiler clavado en la comisura de uno de sus dos labios, se empieza a partir la caja. 'Qué movida más rara, nen'. Kinhome Jones cierra el libro y le dice al señor bajito que preguntaba por él, 'te das cuenta, Josepet, te das cuenta. Vaya manta de gilipollas que estamos criando'. Y el tal Josepet levanta el brazo así muy arriba, con la mano muy abierta, y la suelta a plomo contra la cara del chaval del chandal blanco. Le saltan las gafas. El chaval del chandal negro salta del banco pero antes de que sus pies pongan su superficie plana en el suelo, su cara recibe otra bofetada. Dos tortas bien dadas.

Kinhome Jones le dice al chaval que se pire para su casa, que se vista como una persona, que se quite esa mierda del pelo, que empiece a pelar patatas para que cuando su madre venga tenga la comida medio hecha y que con los veinte napos que se ha llevado le compre a su madre un algo, lo que sea, que le eche imaginación. Al del chandal negro le está dando el pequeñete una manta de ostias. 'Contigo, como no tenemos plan, te vamos a poner la cara de colores, payaso'. La gente ha hecho corrillo y aplaude.

3 comentarios:

  1. Vaya, pues en este caso espero que se pida usted el papel de Kinjome Jones, porque si no va a salir muy mal parado. Ya lo veo recibiendo bofetadas y pelando patatas.

    Feliz comienzo de semana, monsieur

    Bisous

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  2. Esto es poner los puntos sobre las ies. Así era antes. Me temos que ahora al tal Kinjome Jones le metian en el talego por una denuncia bien puesta. Esto ya no se lleva aunque la gente aplauda.
    Un abrazo y feliz semana

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  3. jajaja digues que sí, Josepet! :)
    ptns

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