miércoles, 17 de abril de 2013

Grandes casos mal resueltos de la Historia (4)

Recientes descubrimientos realizados en el yacimiento romano de Castulo han conseguido desentrañar uno de los misterios de la Antigüedad que más han preocupado a los historiadores especializados durante siglos. ¿De verdad murió Sócrates bebiendo cicuta? Puede que hayan oído en alguna parte o se lo hayan preguntado en el Trivial, ¿de qué murió Sócrates? Y la respuesta correcta es siempre 'obligado a envenenarse bebiendo cicuta'.
Pues bien, el equipo dirigido por el profesor Dieter Menno von Karlsbad, de la Universidad de Scheibestadt, ha determinado que sin saber cómo ni porqué, unos restos hallados en la cercana localidad jiennense de Vilches, la antigua Baesucci, han sido catalogados como pertenecientes, muy posiblemente y a falta de contrastar unos cuantos datos que más bien son unos papeleos sin importancia, como decimos, pertenecientes al mismísimo Sócrates. La conmoción, no tanto en la zona, donde en cuanto pasa el mes de mayo y aprieta el calor la capacidad de conmoción se reduce considerablemente, si no en el resto del mundo, ha sido total.
Sócrates, el famoso padre de la filosofía, perdón, de la Filosofía. El gran pensador de la Historia de la Humanidad, el creador del diálogo como fórmula de conocimiento, el griego universal, una eminencia de proporciones descomunales, ha ido a aparecer en este rincón de Jaén, que, si bien en tiempos de Sócrates ya era una población con un cierto renombre -nos referimos a Cástulo, que incluso vio como Himilce, hija del rey local fue esposada por Aníbal. Fue esposada o como se diga- no se entiende que vino a hacer Sócrates allí.
El profesor Dieter Menno von Karlsbad con dos ayudantes y siete becarios, armados con cepillos, espátulas, escobas, y cuatro o cinco aparatos de alta tecnología de los que salen en los documentales, así como ayudados por incontables paraguas y sombrillas y ropa ligerita más toneladas de crema, han elaborado una teoría que parece plausible, cuando no, cierta completamente.
Sócrates, tras ser acusado de lo que fue acusado y si hay niños pequeños se tapan los ojos y sus padres los llevan a la cama ya que qué hacen levantados a las doce del mediodía (¿?), fue condenado a envenenarse a sí mismo bebiendo cicuta, y aunque sus amigos le pidieron que huyese, él, muy orgulloso, dijo que no, que él cumplía la condena y listos. Y jo jo jo, en el banquete, y ja ja ja, que si qué irónico y qué sarcástico. El caso es que sus amigos realmente no quisieron que Sócrates se muriese y le pusieron un narcótico en la bebida. El pobre y anciano Sócrates quedó desplomado en el suelo, y luego que si el cuerpo se sustituye por el de otro y bueno, eso tantas veces visto de enterrar a uno y luego es otro.
El cuerpo dormido de Sócrates habría sido embarcado hacia alguna colonia griega en el Mediterráneo occidental, arribando finalmente a Gadir. Allí, Sócrates fue reanimado y convencido de que lo ocurrido había sido lo mejor. Que cambiase su nombre por el de Pífano, se hiciese pasar por un griego loco y que olvidase que una vez fue un sabio. Y el nuevo Pífano, el viejo Sócrates, fue vagando por las tierras andaluzas hasta llegar a Cástulo y Baesucci, donde fue acogido como maestro por alguna rica familia local.
Esta es la historia pergeñada por Dieter Menno von Karlsbad, que basa su afirmación de que esos huesos encontrados son de Sócrates en un dato que sólo él y sus dos colaboradores alemanes han apuntado: la presencia de un cartón arrugado que nadie se explica como ha sobrevivido oculto durante dos mil quinientos años o así, en el que aparece el nombre de Sócrates y una figura barbuda impresa que aunque no parece responder a la descripción clásica de Sócrates, allí pone Sócrates y no hay más que hablar. Sobre que el tal Sócrates lleve un balón cosido al pié y luzca la camiseta de la selección brasileña, no dicen nada.

2 comentarios:

  1. Y tan mal resuelto estaba el caso...

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  2. Ay, monsieur, me tiene aquí doblada por las carcajadas con ese final, que le aseguro que era lo último que esperaba leer. Es que pasar así a lo bestia de imaginármelo con la túnica griega a ponerle al barbado Sócrates la camiseta de Brasil ha sido muy fuerte.
    Ha sido tanta mi curiosidad que he ido a google a mirar si el otro Sócrates, el de la selección, también llevaba barba, porque yo de eso ni idea. Y sí, mire por dónde!

    Buenas noches, monsieur

    Bisous

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