sábado, 5 de enero de 2019

El hechicero


El señor Joachim Cremel había sido un eficaz instructor en la academia Bolchenstreim durante más de treinta años. Cuando de joven terminó sus estudios de matemáticas, su padre, el señor Fabian Cremel, le había llevado a la academia Bolchenstreim para entrevistarse con el director del centro, el propio señor Bolchestreim que todavía vivía. Tras unas breves negociaciones, el señor Joachim Cremel, consiguió un trabajo y un nombre. El señor Joachim Cremel, instructor.
Durante treinta años, caminaba el kilómetro que distaba su casa de la academia, impartía sus clases, preparaba las materias del día siguiente y volvía a su casa. No tuvo tiempo de casarse. Conservaba en un libro gastado unas cartas que había escrito a la señorita Von Gotha, a la que conoció cuando ambos estudiaban. Esas cartas nunca las envió, pero noche sí y noche no, se entretenía releyendo aquellas letras e imaginando que hubiera podido pasar.
El señor Theresin entró en la academia Bolchestreim como profesor de ciencias naturales. Era un joven atrevido, su entrada en el cerrado mundo de la academia se debía a que la hija del señor Bolchestreim, Claribelle, una vez que el señor Bolchestreim había fallecido, quería dar aires nuevos al centro. El señor Theresin planeó en una ocasión una salida al campo, un hecho novedoso en aquel centro en el que el conocimiento se encerraba entre sus muros y lo que existía más allá era peligro y caos. El señor Theresin pidió al señor Cremel que les acompañara, dado que era una persona con autoridad entre los alumnos. Después de pensarlo mucho, el señor Cremel accedió.
Partieron al campo para estudiar diversos tipos de plantas y recoger flores para hacer un tapiz. Dos grupos de treinta alumnos. Pasaron la mañana y a la hora de almorzar, el señor Cremel se había perdido.
Buscaron al señor Cremel por todo aquel paraje. No podía haber ido muy lejos. Pensaron que podría haber caído en una zanja, en algún pozo ciego, que quizás se había despistado y había echado a andar por un camino. Dejaron de buscar y avisaron a la policía. Los intentos de búsqueda fracasaron. Se registró su casa y no encontraron ninguna señal. El libro con las cartas a la señorita Von Gotha seguía allí. Se dio por desaparecido al señor Cremel.
El señor Theresin llevaba ya treinta años como profesor de ciencia naturales de la que ya se llamaba academia Bolchestreim-Theresin. Seguía haciendo sus excursiones anuales al campo y siempre contaba la historia del señor Cremel, que se perdió. Aquel año, acababa de entrar a formar parte del equipo de profesores, el joven Nicassius Fluger. Un apocado muchacho que daba clases de filosofía. El señor Theresin le pidió que les acompañara a la salida de aquel año.
Mientras el señor Theresin intentaba cortar la rama de un almendro al que nunca había reparado, notó la presencia de alguien a su lado. Un hombre envuelto en una túnica blanca, con barbas blancas, con una vara y un libro en cada una de sus manos, le miraba con atención. Y le dijo: ‘Cada rama que cortamos es como…’.
Nicassius Fluger contaba esta historia a sus alumnos, que le miraban absortos, treinta años después.

No hay comentarios:

Publicar un comentario