jueves, 17 de enero de 2019

La montaña mágica

Cuando yo era pequeño quería ser político o futbolista. Una vez que he alcanzado mis dos objetivos vitales, puedo dedicarme a rememorar cosas de mi pasado. Recuerdos. Desde el porche de mi mansión, tocando el banjo, viejas canciones de Los Planetas. Recuerdos de mi juventud. Cuando yo era niño, creía que esa montaña, la montaña que se ve cuando vienes o cuando vas, esa montaña, era la montaña perfecta. La montaña ideal.
Una montaña con la forma que debe tener una montaña. No es un cerro con una pendiente ascendente, un montículo redondito, un túmulo abultado, una montaña con una escarpada como se diga en una cara y una nosequé en la otra parte. No. Eso era una montaña, la verdadera montaña. Una montaña como mandan los cánones. Una montaña que acaba en un pico perfecto. Una montaña que ves desde la lejanía de tus paseos colomenses y que identificas claramente como parte de tu memoria como ciudadano y como persona. Una montaña que, cuando eres pequeño, crees que es la montaña definitiva.
Creo que alguna vez creí que esa montaña era el Montseny.
No peco de exagerado si digo que descubrí que esa montaña no estaba en el top ten de las montañas del mundo hace relativamente poco. Si creen que para ser periodista hay que ser observador, entenderán que no cumpla con los requisitos necesarios. Hace poco, pocos años, de esas veces que rodeas la montaña para ir por la autopista camino de algún sitio que no es nunca Sabadell, vi que la montaña, realmente, en realidad, en verdad, no es tan súper montaña como yo he creído. En realidad es bastante menos de lo que parece. De hecho, no sé ni siquiera cómo se llama esa montaña que siempre he pensado que era la gran montaña de la humanidad. La mejor montaña del mundo.
Un inciso. A la hora de escribir la palabra entender, he tenido que corregir porque me salía la palabra entendeer. Como John Deere. Tractores. Qué mundo más alejado a mi mundo y que sin embargo, asalta mis pensamientos de manera involuntaria. John Deere. Campos, tractores. Cosechadoras. En fin.
La mejor montaña del mundo no sé qué nombre tiene. Sé que está en Montcada i Reixach. ¿Puede ser que el nombre de Montcada tenga que ver con este monte? ¿Mont cada? Cuando eres un niño crees que todo es grande, enorme, que está lejos. Cuando eres niño crees muchas cosas. Cuando eres más mayor, crees más o menos las mismas cosas. Lo único que pasa es que, bueno, que no sé.
¿No?
Y ahora te das cuenta de que esa montaña quizás es así de manera artificial, que de esa montaña, que tiene pinta de haber sido utilizada como cantera, se han sacado las piedras y los materiales que se hacen necesarios para la edificación de las ciudades en las que vivimos. Ya ves tú que cosa. Esa montaña es así porque el hombre la ha modelado y en su magnificencia, el hombre hizo una montaña perfecta. Perfecta si eres un niño. Si eres más mayor también la ves perfecta, yo al menos la sigo viendo perfecta, pero ahora sé cosas. Que me la soplan, porque yo voy a seguir pensando lo mismo. 
Qué maravilla. La vida, ¿no? 
Tengo pendiente una visita a Torre Baró. Pero eso ya otro día.

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