viernes, 21 de junio de 2019

Gastarbeiter

Todos los días, al salir de la fábrica, Karan me da una cifra. Unos días es una y otros es otra, muy pocos días coincide. Siempre es superior a mi cifra. Karan y yo vinimos juntos hace unos veinte años. Nos conocimos en un partido de fútbol que el equipo de mi pueblo jugó contra el equipo del suyo y hablando y hablando quedamos en venirnos para aquí. Hicimos el viaje juntos y Karan siempre decía que lo que más deseaba hacer cuando llegara aquí era trabajar, trabajar con ganas, trabajar bien, no como en el pueblo dónde no se podía trabajar y no te dejaban ser eficiente, no te dejaban demostrar todo lo que podías dar. Karan y yo decidimos que queríamos venirnos a Munich y al final no acabamos en Munich, acabamos aquí. No se está mal. Karan en cuanto llegó empezó a buscar trabajo, yo quería vivir un poco la vida antes de ponerme a trabajar. Karan me dijo que ya nos había encontrado un puesto en una cadena, esta cadena, a los dos. Le agradecí mucho que contara conmigo y no supe decirle que entre mis planes no estaba trabajar tan pronto, pero luego pensé que no todo iba a ser trabajar. Karan comenzó con su particular cuenta de productividad desde el primer día. todos los días, al salir de la fábrica, Karan me da una cifra.
Todos los días, al salir del bar, Karan me da una cifra. Vamos a una cervecería cerca de nuestra casa, vivimos en el mismo edificio. Karan, al poco de llegar, se puso a buscar piso y encontró uno cerca de la fábrica. El bar, la fábrica, el piso, todo a mano. Cuando encontró el piso me dijo que había uno al lado en el mismo edificio, podrías comprarlo. Lo hice cuando empezamos a ganar los primeros sueldos. Cuando vamos al bar, después del trabajo, a tomar una cerveza, no hablamos demasiado, vemos la televisión, el fútbol y supongo que recordamos mentalmente lo que dejamos en casa. Karan siempre que salimos del bar me da una cifra. Es la cifra del dinero que manda a su casa cada día. Yo no mando dinero cada día, yo cada seis meses mando algo de dinero. Mis padres se conforman con poco. Los padres de Karan no sé si están vivos pero él dice que cada día manda dinero. Una cifra.
Todos los días, al subir por las escaleras del edificio que nos lleva a nuestro piso, cada uno al suyo, Karan me da una cifra. Y llevo veinte años sin comprender la cifra que me da. Me da una cifra y subimos las escaleras. Yo no sé porqué pero siempre tengo la sensación de que la cifra que me da es inferior a la mía. Y ni siquiera sé de qué habla.

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