miércoles, 5 de junio de 2019

Una mañana en los juzgados

Hace algunos años escribí un texto sobre otra visita a los juzgados. Un compañero había sido acusado de nosequé durante una huelga general y fuimos a apoyarlo. En el mismo sitio hoy el juicio se basaba en la denuncia de una compañera contra un señor que, viéndose terriblemente insultado, arremetió contra ella tirándola al suelo al intentar arrebatarle una pancarta que ella llevaba.
Los hechos ocurrieron en aquellos fatídicos días del mes de noviembre, cuando después de una agresión machista en el metro comenzó una asquerosa campaña xenófoba en redes sociales que quiso ser aprovechada por la ultraderecha para sacar réditos. Automáticamente se convocó una concentración de repulsa tanto a la violencia machista como a favor de la convivencia y contra la xenofobia. Pero, a la manifestación acudieron unos cuantos miembros, unas cuantas personas, de grupos de esa extrema derecha para provocar y lanzar sus proclamas megáfono en mano. Proclamas racistas.
En el transcurso de la manifestación, y toda vez que los fachas venían a lo que venían finalmente un señor mayor con gorra de visera muy exaltado se dirigió hacia una de las pancartas que sostenían unas cuantas compañeras y entre aspavientos intentó levantarla, quitársela, vete a saber lo que quería guzmán el bueno en ese momento. Enardecido supongo con las proclamas (proclamas) que un joven apuesto y varonil de barba abascalada que proclamaba que nosequé y no secuantos, un pequeño grupo intentaba hacer ver que nadie tenía relación con nadie y que con sus pintas normales y su aspecto de vecinos enfadados no eran parte de Plataforma per Catalunya. En fin.
Recuerdo aquel día porque yo estaba allí. Incluso salimos por la tele, porque vino la tele por si había follón. Nos preguntaban si éramos... dónde estaban... si iba a haber follón. Recuerdo que aquel día me cabreé porque le dimos carnaza a los cuatro fachas que vinieron, como luego le dimos carnaza a cuatro fachas más que vinieron. Y de qué sirvió. Paramos el fascismo.
Cuando me quise dar cuenta, la compañera Tere estaba rodando por el suelo. El viejo aquel había tirado a la compañera cuando intentaba nosequé con la pancarta. La Tere estaba muy nerviosa, vinieron los Mossos, normal que estuviera nerviosa después de caer al suelo. De que la tiraran al suelo.
Fascistas que vienen a las ciudades a ver qué pillan, qué pescan, a quién le meten miedo, a quien dejan rodando por el suelo. Qué pueden recibir y qué pueden dar.
Fascistas que en aquel noviembre y los meses posteriores parecían una marea imparable, una fiebre incontrolable que nos atacaba a todos. El fascismo. Vuelve. La extrema derecha está en auge. ¿Qué nos pasa? La culpa era de los partidos de izquierda, que nos habíamos reblandecido. No éramos claros, nos habíamos vuelto unos pijos. Esos partidos del cambio. Esa mierda de vocabulario poco obrerista. Nos habíamos...
Unos meses después, tenemos mayorías absolutas y mayorías grandes del Partido Socialista y de aquello qué queda.
Hoy se ha celebrado el juicio. Hemos ido a los juzgados a apoyar a la compañera. En la cola hemos visto al señor mayor, al chico de la barba abascalada con camisa blanca y una señora. Todos en la misma cola. Tensión. Hemos esperado. El chico de la barba, el apuesto chico de la barba abascalada y la señora eran testigos, pero como no se han enterado de la norma vigente, han entrado en la sala del juicio y no han podido declarar. Te lo puedes creer.
Nuestros testigos han declarado, han dicho lo que pasó. Declaración de la compañera y la del señor. El señor, muy dispuesto, declara que le llamaban fascista, en catalán. Feixista. Que el agredido, finalmente era él. Visto para sentencia. Piden multas por delito de lesiones breves.
Hemos salido del juicio. Íbamos los compañeros y compañeras a dar apoyo a la compañera. Daba igual de qué partido éramos o quién nos convocaba. Allí estábamos. Sin preguntar. De ellos han venido ellos tres.
Siempre somos más. Somos más actuando con cabeza, con calma, sin alardes ni golpes en el pecho. Simplemente estando allí y dejándolos como los ineptos que son. Nada más.
Una mañana en los juzgados. Cállense o les echo. No hagas ruido con las bolsas. Vámonos ya que van calentitos.

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