jueves, 21 de mayo de 2020

Confinamiento #48

cOMO DICEN... perdón. Como dicen en twitter, acompáñenme en esta triste historia. En uno de esos últimos días o penúltimos días o ya no me acuerdo cuando fue, que podíamos ir a Barcelona a hacer cosas, deambulando por sus calles y sus plazas, y llegamos a una fiesta en la calle. Una suerte de verbena o algo, música en la calle, gente bebiendo cerveza. Era una fiesta de la cerveza. Nos introdujimos pensando que la diversión llamaba a nuestra puerta o quizás nosotros nos íbamos a divertir, algo así. Era algo que no entendíamos. Fiestas del barrio de Sant Antoni, quizás, no sabíamos. Una feria de la cerveza artesana, más bien. Bueno. También hay para comer. Nos quedamos. En uno de los stands diviso, sin esforzarme, un chándal del Athletic Club. Además, creo reconocer al portador, es el presidente de la Peña Lehoi Beltz de Barcelona. Vamos a tomarnos una birra allí. Por el camino me fijo en que hay gente que tiene vasos y esos vasos tienen el escudo del Barça. Qué invento es este. Vamos, ahora con más razón, a esa caseta donde este buen compañero del Athletic nos dará cerveza y nos la servirá en vasos que no están manchados por ese escudo. El compañero nos cuenta esta historia: es una feria de la cerveza organizada por una Peña Barcelonista del barri de Sant Antoni y todos los vasos son así. Incluso hay que pagarlos. Por eso lleva él el chándal del Athletic Club, para autoafirmarse en un ambiente semejante. Anonadado y estupefacto, me voy con las cervezas y con los dos vasos que, mierda, me tendré que llevar a casa 'porque ya que los hemos pagado...'.
Durante el confinamiento hemos hecho una buena purga de vasos y botellas de cristal. Esta misma semana ironizábamos con que, tras romper una botella de cristal de esas de Vichy reconvertida, los dos putos vasos del Barça no habían sufrido ningún percance y todo ello incluso habiendo sido utilizados por mí y mi compañera con fruición en mi caso, con la esperanza de que el uso los encaminase hacia el desastre.
Una mierda que me coma.
Sin embargo, antes de ayer se produjo el milagro y, en el fregadero, un golpe fortuito (nunca por mi parte, ojo), se llevó por delante uno de los vasos de la pareja. Solo queda uno y su sentencia ya está dictada.
Estamos ya en la fase en la que reconvertimos incluso los botes de mermelada en vasos, como hacen los lugares de moda y parece que el agua está más buena y que la cerveza debe saber mejor, cosa que ignoro porque ya sabemos que yo llevo sin bla bla bla...
Esto se está terminando. El confinamiento tal y como lo conocemos tiene los días contados. Los paseos matinales y los paseos vespertinos han quitado bajo mi humilde punto de vista, hierro al confinamiento. Ahora, quién más quien menos, sale a la calle. Menos quien no tiene nada por lo que salir a la calle. Menos quien no tiene calle donde salir.
Supongamos que a partir del lunes... no sé, no supongamos tanto. Va a dar lo mismo.
¿Comentamos algo de la actualidad política o ya damos por supuesto que el destino nos encontrará bailando a la luz de la luna en el patio de un viejo bar mientras un bandoneón suena y tú me miras a los ojos y yo te digo con voz queda... 'no nos vamos a querer en la vida jamás por mucho que me pongas caritas y me hagas ojuelos y me digas que nuestros corazones están destinados a latir al mismo son'? ¿Guay o no?
¿Guay o no?

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