viernes, 22 de mayo de 2020

Confinamiento #49

El otro día, antes de ayer, me leí un cuento de Sergi Pàmies que me pareció sublime. Contaba un viaje en tren, en el AVE Madrid Barcelona. El escritor estaba sentado al lado de un ex ministro. Poca cosa más. Leyéndolo, me pareció volver a leer algo que me hubiera gustado saber contar. Hace mucho tiempo que no encontraba un texto, exceptuando los textos de Guillem Martínez, claro, que me devolviera las ganas de. De qué.
Aquí vemos una obra de Yprh que conservo desde hace años, primero en el recibidor de casa y ahora en una estantería. Rayo Volador. Hace poco debe haber sido el cumpleaños de Yprh, ya no felicito los cumpleaños. Mayo es el mejor mes. Es el mes en el que más gente cumple años. O al menos, es al mes al que más presto atención. Los últimos días de mayo, los días en los que los Géminis comenzamos a asomar la cabeza y parece que todo es mejor. En serio. El mes de mayo es mejor. Los que nacemos en mayo tenemos no sé. Algo. Puedo consentir que los que lo hacen en abril o en junio tengan su parte de gracia también, es verdad, pero no se puede comparar con los nacidos en mayo.
Esto se acaba ya. Fase 1. Ya podemos hacer cálculos de cuánta gente cabe en un sitio, en otro, cuántas terrazas va a abrir nuevas, cuántas mesas caben en tantos metros, cuántas cervezas nos vamos a beber (esto pronunciado con voz así ooooooo), etc. Qué ganas tenemos de que todo sea ya como tiene que ser. Hoy, caminando por la Avinguda Francesc Macià, me he encontrado con la Conchi y mientras estábamos hablando y preguntándonos, los coches y las motos ya pasaban a todo meter, haciendo molesta la charla. Eso es la normalidad. Y eso me da pena.
Nos han anunciado que no se va a celebrar este año el Rock Fest. Me ha extrañado que lo hayan anunciado tan pronto y no hayan apurado un poco más. Como el Tomorrowland, lo han pasado para el año que viene, por lo que tenemos todo el año el parc de Can Zam con su segunda fase hecha un erial para que el festival se pueda llevar a cabo. Justo en un momento en el que necesitamos espacios, vamos a seguir hipotecando esa parte de Santa Coloma para nada. Para esperar un año. Es bien. No me voy a quejar ni voy a apuntar nada sobre el tema para que no se me eche encima la gente a la que le gusta el rock y el heavy metal. No vaya a ser.
Se acaba el confinamiento. Y se van a acabar esta serie de textos. Yprh estuvo en China muchos años. Leer sus andanzas en Shanghai era una delicia. Estuvo también en otros países y contaba sus experiencias, supongo que se cansó de contar cosas. Ese es el terror. No tener más ganas de contar cosas.
Tampoco se está contando nada en especial. Qué está pasando. Qué está haciéndose bien. Quién va a sacar rédito de lo que está pasando. Se han cortado una serie de calles al tráfico, parece que de manera en principio temporal, gracias a quién. Gracias a todos. Un aplauso.
Me pierdo en cosas y tengo ganas de escribir algo que sea como lo que escribía antes. El síndrome del que se cree que antes hacía algo. Antes no hacía nada, pero me lo pasaba bien. Y era un reto. El reto hasta ahora era contar más o menos la experiencia de estar en casa.
Antes. Se acerca el momento, si es que no vivimos ya inmersos en ello, del antes. Del recuerdo constante. De las aventis. De la evocación de un pasado que fue un truño pero que nos gusta vestir de algo.
Se acerca el momento de recordar los días de confinamiento. Qué pasó. Qué nos pasó. Qué hicimos. Hicimos muchas cosas y algunas de ellas no se pueden contar sin que se nos pongan los pelos un poco de punta. Otras nos reconfortan. Otras nos asustan porque nos ponen delante de algo que no nos gusta. No me gusta.
No me gusta que me haya gustado la desconexión, que no ha sido tal desconexión. Todos los días ha habido que cargar el móvil.
Ahora habrá que salir a dar una vuelta. Tropezarnos ya con la gente por la calle. Identificar los lugares donde se podrán poner terrazas.
No me gustaría despedir este texto de hoy sin comentar que empezamos a ver una serie que nos recomendó un simpático anarco local. En la ciénaga. Polaca. Ambientada en la Polonia de los años 80. Todo es feo, todo es decrépito. Es como un Chernobil pero en polaco. Todo mal. Qué habilidad tiene el anarco para recomendar cosas. Un episodio hemos visto. Vamos a ver si juntamos fuerzas y vemos el segundo episodio. Todo mal.
Por lo demás, el libro, el de Pàmies. L'art de portar gavardina. En el cuento donde sale lo de la gabardina, cita el libro de Semprún que leí sobre su expulsión del PCE. Y lo mismo. Envidia clamorosa de saber y poder hacer un cuento sobre algo así. Si no se lo han leído, léanlo. Aunque ahora con el desconfinamiento, como pollos sin cabeza.

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