martes, 28 de septiembre de 2021

Crónica de la Festa de la Mercé 2021. Blanco y Pelea.


El cartel de la Mercé no tuvo polémica aunque supongo que estuvieron buscando algún resquicio o alguna arista a ver qué. Finalmente nada. La Mercé ha coincidido esta año con el Santako Blues, el festival de música más molón de Santa Coloma, si no contamos al Sintonizza y seguro que me dejo algún otro festival más que es molón y ya estoy metiendo la pata. Así que vaya por delante que otro año, pensemos en las personas y no programemos el Santako Blues al mismo tiempo que la Mercé, porque a las personas nos gustan las cosas y luego pasa lo que pasa. Este año, pues, ha tocado Mercé y ha tocado ir a la Mercé, después de que el año pasado no hubiera manera humana. Tres días de Mercé, tres días de conciertos gratis. Empecemos por el jueves.

La Orquesta Àrab de Barcelona en el Teatre Grec. Un combo de músicos afincados en Barcelona que hacen música árabe, pero una música árabe muy apta para el oído de los blanquitos europeos que no queremos vernos excesivamente aturdidos con lo que es la música árabe. Una música árabe que se quiso mezclar con algo de flamenco, con algo de música urbana, con algo de jazz, y que bajo mi humildísima opinión, terminó siendo algo excesivamente blanco. Blanco y blando. No sé cómo explicarlo y me vale y me ha valido también para la sensación de algunos conciertos de Blues. El excesivo refinamiento le quita a las cosas algo de alma. Algo de suciedad. Algo de no sé. Carne. El concierto fue técnicamente perfecto y se dijo lo que se tenía que decir y todo, pero me dejó algo frío. Así que al acabar, una cervecita y bocadillo. Cerveza a dos euros y bocadillo a 8 pavos. 8 pavos europeos. En fin. El entorno era agradabilísimo y los jardincitos del Teatre Grec invitan tanto a estar que no fuimos a ver el segundo concierto de la noche. Unos italianos de nombre alargado que no conocíamos y que a pesar de que desde fuera no sonaban nada mal, no nos llamaron la atención como para interrumpir nada. Nos reservamos para la Barcelona Gipsy Balkan Orchestra. No voy a decir que la sensación que me quedó fue la misma que con el grupo de música árabe, pero un poco así. La verdad es que los músicos eran buenísmos y daban un rollo de la ostia. Y la verdad tampoco sé decir qué espero yo de algo así cuando digo que quizás si fueran más... ¿más qué? No tengo ni idea, la verdad. Uno busca lo auténtico y a lo mejor lo auténtico cuando llega le da miedo. 

Cuando bajamos del Teatre Grec nos pasamos por la Plaça Espanya para pillar el metro. Serían las doce y algo. Había gente. No voy a decir mucho más que no haya dicho alguien que sepa más de juventud que yo, pero solo quisiera apuntar que tengo 46 años y que yo también, pecador, me declaro culpable de haber buscado bebida y comida cuando no debía y que, de haber tenido 17 o 18 años, me hubiera ido de botellón como se ha hecho siempre y que me hubiera vuelto a casa pues como te volvías a casa y que no por eso, pero que a lo mejor. Es decir, que la gente se flipa mucho y que lo que pasa es que hay ganas de utilizar políticamente cualquier cosa. Y lo sé porque me lo ha dicho un colega. 

Segundo día dedicado en exclusiva a preparar desde por la mañana el concierto de Los enemigos en la Vall d'Hebron. Los Enemigos molan. No le molan a mucha gente, no es un grupo de masas, ni cuando estaban en actividad plena. Los Enemigos molan porque tienen un rock que puede molarle a los indis, a los rockeros de Rosendo, a melómanos de diferente pelaje. El Camp Municipal de la Vall d'Hebron no está en la parte de arriba de la ronda, sino en la de abajo. Ahí ya tenemos una confusión. Encontrado el sitio, vamos. Cerveza a dos euros, bocata a cuatro. Bocata de batalla, pero bocata. No puedes entrar cerveza al recinto así que ambientazo en el bar. Primero vemos terminar el concierto de Senior i el Cor Brutal, y oye, pues tampoco tan mal, porque hacen una versión super apañada de Neil Young, del Don't Cry No tears, No ploris més o algo así. Muy buena. Los Enemigos. Vemos a la gente que teníamos que ver, quedamos en vernos dentro, pero no nos vemos. Pues una pena. Vemos el concierto sentaditos. Las primeras palabras de Josele sobre el escenario ya denotan que la cosa no va muy fina. El concierto será un compendio de cancionazas, brutales, otras del nuevo disco, y todo un poco deslavazado. Un poco frío, también. Una pena. Porque no sé porqué unas canciones de Los Enemigos que a mí no me decían mucho, ahora las entiendo. Tocan, y lo anuncian como una novedad, No me caigo bien, me caigo mal, mi canción fetiche, mi himno, la únca cosa que me tatuaría alguna vez. La tocan y lo hacen medio medio, porque a Josele se le olvidan los estribillos. Pero yo me la sé y la canto y la disfruto. Y así será el concierto y así lo recordaré. Me da igual cómo iban. Canta Fino la de No se lo cuentes, que es una canción que me gusta más que todo también. No sé, cantan muchas canciones de las muy buenas. Pero cuando acaba el concierto nos vamos para casa y no sé, tengo una sensación rara. Como de que la cosa no ha ido derecha. 

El día siguiente estaba previsto para un recital de música afrocubana en el Moll de la Fusta. No íbamos solos, nos acompañan dos colomenses, una bailona y el otro no. La cosa promete. Llegamos y vemos que en el moll de la fusta hay dos escenarios, uno para el Bam y otro para lo otro. Y que puedes ver los dos. Vaya. El primer concierto que vemos es de una gente que hace son cubano, pero con pocos cubanos en el escenario. Son muy buenos. Mucho. Vamos a por una cerveza. Tres euros una lata. Una lata que te sirven en vaso y de la que no te ponen el dedo que falta. 3 euros por una lata. Hamburguesas a 8 y frankfurt a 4. En fin. Acaba este primer concierto y nos vamos al Bam a ver qué hay. Escuchamos reguetón. De repente vemos a gente bailando, perreando, gente joven, ojo. Qué pasa aquí. Hay un tipo poniendo música, suena la Gasolina, qué ocurre. De repente, sale una chica a cantar acompañada por dos coristas. Rápido a mirar quién es, qué sucede. Es Bea Pelea. 

Y aquí llego al momento cumbre de la Festa de la Mercé y a la revelación magnífica de un espectáculo que me dejó absolutamente desnortado y consciente de que todo, absolutamente todo, es posible encima de un escenario y de que siempre hay alguien de quien aprender. Bea Pelea es la reina del reguetón romántico o al menos una de ellas. Acompañada de un dj y dos coristas como digo (me tapaba algo la palmera así que no sé si son dos o tres), Bea Pelea aparece en el escenario y comienza a cantar sus canciones de tema más o menos regular. Dónde estás, vámonos juntos, me tienes mala, te voy a devorar, etc. Pero todo ello salpimentado con unos comentarios entre canción y canción que te desarman por completo. La artista malagueña pero afincada en Barcelona, pide al público cantar con ella porque 'esta no se la sabe mucho', o bien que necesita un poco ponerse en situación para la siguiente canción porque es muy triste 'e igual lloro'. Comenta que mucho está durando con los tacones o que va a hacer una entrada para la siguiente canción sobre una base de Beyoncé y que si se cae mientras la hace que no se ría la gente. Ídola. Público entregado y ausencias sobre el escenario para crear expectativa. La verdad es que uno no deja de sorprenderse con esto de la música y sobre el poder del autotune. Y que una canción empieza y tiene que acabar porque le apetece a Bea Pelea, pues se le da al botón y se acaba. Mágica. Genial. Sin duda, una forma de ir acabando la Mercé muy en alto. 

A continuación un durum en la plaza del Tripi en una excursión fuera de los confines (se podía entrar y salir del recinto de los conciertos, no como si estuviéramos en una cárcel turca) y preparados para ver a Samantha Hudson. Personaje mediático y referente en lo suyo, Samantha Hudson le pone voz a mucha gente que está cansada de andarse con ostias y con subterfugios y mucho más allá, cansada de ser personajes que 'mamarracheen' sin más. Aquí se hace lo que se tiene que hacer y se mete discurso. Discurso contra la terfada, contra la ranciada y contra todo lo que te parezca 'como debe ser'. Así que no es apto para remilgosos. Canta y canta canciones con bases de chimpún y destacaría la canción del final, una suerte de himno de España con un verso glorioso como 'déjame coqueta para enterrarme en la cuneta'. O, por ejemplo, hacer una intro con el himno de la URSS y la gente puño en alto, etc. No  hacía falta ir a la fiesta del PCE. Muy bien, la verdad, pero me sigo quedando con el shock que me produjo Bea Pelea. 

Para finalizar, una vuelta por el escenario de la música afrocubana donde otro pedazo de bandón estaba regalando un conciertazo increíble. Conseguí moverme un poquejo, pero poco, pies para un lao y para otro, incapaz de seguir el ritmo de bailongos colomenses y colomensas de nivel (o no), y absolutamente destrozado y cansado de vivir ya, enfilamos el camino de regreso, subiendo Ramblas arriba a eso de las 1 de la madrugada y nos parecía que fueran las 5. 

¿Te acuerdas de ir a las cinco de la mañana por las Ramblas?

No hay comentarios:

Publicar un comentario