Un libro sobre la historia del PSUC en Santa Coloma de Gramenet tiene que tener irremediablemente un final agridulce. Aunque el libro termine en el año de la victoria electoral en las elecciones municipales que llevó a la alcaldía a Lluís Hernández, 1979, el autor, Chema Corral, también protagonista de los hechos, no se priva de anticipar que lo que seguirá en los años siguientes no será precisamente una historia de éxito.
El libro que ha escrito Chema Corral tiene la virtud de reivindicar el papel del partido y, más aún que el papel del partido, de unas siglas, de una organización, de una manera de entender la política y la acción política y sus aciertos estratégicos y tácticos, más allá de eso, tiene la virtud de reconocer el papel de la gente, de los y las militantes que, en tiempos duros, muy duros, se jugaban la piel por unas ideas, al servicio de una idea.
El PSUC en Santa Coloma tiene un recorrido que va en sintonía con el crecimiento de la ciudad. Una ciudad que pasa de pueblo a suburbio y que recoge en la propia composición del partido la idiosincrasia de la población que va recibiendo. Un PSUC que nace en 1936 como la fusión de cuatro partidos y que rápidamente adquiere una identidad propia, algo que me maravilla teniendo en cuenta las circunstancias actuales, donde tan difícil es abandonar los identitarismos partidarios. Un partido que se sitúa en Santa Coloma entre dos poderes ya constituidos, como son el de la CNT y el de ERC, y que desde un principio pugnará con ellos para adquirir su sitio y hacer política. Llama la atención el hecho de que la CNT negara al PSUC la presencia en el consistorio tal y como le pertocaba según la legislación republicana, y llaman la atención las excusas esgrimidas para no ceder los puestos que les correspondían en su momento en número de concejales. Sin embargo, el partido nace y crece pero con la derrota de la República sufre la represión y la persecución.
Los datos de militantes presos, exiliados, los esfuerzos por la reconstitución y con el tiempo, la formación de una estructura que lleve adelante las consignas del partido, van desfilando y nos sitúan hasta el momento trascendente de la 'caída del duro' en 1961, momento en el que muchos militantes son detenidos y lo que provoca una reconstitución del PSUC que comenzará así a recoger tanto a la militancia de los emigrantes como a empezar a ver entre sus filas algunos de esos nombres que han quedado en la memoria colectiva de Santa Coloma.
Y digo esto tirando de ironía. Nombres que son trascendentales para la historia de Santa Coloma y para la lucha por los derechos de todos y todas que hoy día son prácticamente desconocidos para la ciudadanía. Los responsables de los boicots al transporte, la huelga del 3, los líderes vecinales, los que movieron la lucha por el ambulatorio, los semáforos, los curas que se implicaron en la lucha, las mujeres que tuvieron un papel tan trascendente, los que pagaron con palizas y prisión que les dejaron secuelas perdurables, nombres, personas, vidas, que recordamos cuando esos militantes van desapareciendo y nos van dejando, pero que mientras tanto, son olvidados en aras de una ciudad que se esfuerza por presentarse desde las instituciones como algo diferente. No entenderíamos la ciudad sin todos esos nombres de militantes del PSUC que estaban en todas y cada una de las movidas. Me quiero detener especialmente en un nombre que se repite, el de Manuel Pérez Ezquerra, que lejos de atemorizarse por las detenciones, se mantiene en el ajo contra viento y marea.
Muchos de esos nombres son todavía hoy militantes destacados, como es el caso del Téllez y la Epi, o la Montse Martínez, o la Remei Martínez, o Eloy Jurado y Alicia Ruzafa, y tantos otros y otras. Otros ya no están. Recuerdo el caso de Lola Solís, militante importantísima a la que se le hizo un homenaje hace algunos años y que, viendo su trayectoria, bien merecería algo más.
Es un libro de nombres y es un libro de luchas. lPor ejemplo, huelgas como la de Casadesport donde se da un interesante enfrentamiento entre las corrientes anticapitalistas y otras corrientes sindicales, sobre cómo encarar una huelga y en definitiva, cómo encarar la lucha contra el sistema que todavía hoy sigue siendo objeto de discrepancia entre el mundo de los Comuns y el de la izquierda alternativa.
Un partido que crece y que es capaz de nutrir todo un sindicato como las CCOO, liderar las luchas vecinales, incluso la planificación entera de la ciudad a través del Pla Popular. Un partido total, en definitiva, capaz de articular todo tipo de luchas y de llegar a todo tipo de estratos sociales. Tan total que es capaz incluso de ayudar a la formación de un Partit Socialista para encuadrar a personas de izquierdas no comunistas. Ojos como platos.
Un partido total que, en la cima de su éxito, cuando tiene que recoger el fruto de todo el trabajo realizado, cuando se ha de dar aquello por lo que se ha luchado, comienza a tambalearse. En el libro, el autor da una explicación sobre los motivos por los cuales el PSUC, también el de Santa Coloma, entra en crisis. La llegada de la democracia mediante una reforma pactada y no la ruptura por la que se había peleado, coloca al partido en una situación difícil. Las disensiones entre las vías a seguir y los primeros reveses electorales, aunque se consiguiera la victoria en las elecciones locales, empiezan a hacer mella. El libro se detiene justo ahí y no entra más allá en las crisis posteriores y los procesos que llevaron a las divisiones que todavía hoy, duelen.
Un partido que lo fue todo y que gracias a personajes tan carismáticos entre la población colomense como Lluís Hernández, cuya figura es todavía venerada y que es como un tótem sobre cómo vivir la política y la vida para bien y para mal, y que hoy queda en el recuerdo como una experiencia de lo bueno y de lo glorioso, que lo fue y mucho, pero que también es un ejemplo de cómo puede torcerse todo. Un libro, el de Chema Corral, escrito desde el amor hacia unas personas, unos militantes, gente trabajadora, no hablamos de grandes pensadores y los líderes carismáticos como Lluís Hernández o Xavier Valls, que de hecho ocupan un lugar en el libro que no destaca sobre los demás y es de agradecer que no se haga el libro como únicamente una hagiografía de estos dos grandes personajes y se reparta juego con el resto de militancia.
Un libro que se detiene en el papel de los jóvenes, de las mujeres, de la propaganda, de todo aquello que hace grande a una organización.
Una organización que se supone que parte del amor hacia la clase trabajadora, hacia la gente, y que se pone en marcha por la consumación de unas ideas que lleven a esa gente hacia la dignidad, el socialismo, la lucha contra la dictadura y la lucha contra el capital y la especulación. Un partido que, se supone, se basa también en el amor, en la solidaridad, en la camaradería con quienes pertenecen a la misma organización. El libro nos habla de las personas y sus circunstancias pero se ahorra explicarnos las luchas de poder si las hubiere, o de las tiranteces internas. Qué interesante y qué doloroso sería un libro del 79 en adelante.
Así que Chema Corral ha hecho un libro necesario para conocer y conocernos todos los que formamos parte de esa herencia política que deja el PSUC. Y un libro que merece una continuación que el propio autor no quiere llevar a cabo y que nos enseñaría, que por desgracia las buenas intenciones y los ejemplos heroicos, pueden quedar en nada y olvidarse en el tiempo porque a nadie le hace bien recordar lo que duele.
Y la historia del PSUC, gloriosa, duele.
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