lunes, 9 de enero de 2023

Flamenco: Arqueología de lo Jondo - Antonio Manuel


Este libro. Este libro se merece, seguro, una crítica con mucho más tiempo, una crítica mucho más elaborada y con muchas más referencias que sirvan para apuntalar mi discurso, pero no va a poder ser. Me va a poder más la urgencia y las ganas de decir lo que tengo que decir que otras cuestiones. Y ahí voy. Este libro es un regalo, un regalo que viene dado por mi interés en las conferencias que Antonio Manuel tiene colgadas en redes y que me causaron un profundo impacto. Estas conferencias en torno a la huella morisca y al origen del flamenco se basan, muy en trazo grueso, en una premisa básica: con la mal llamada reconquista de los cristianos del territorio de Al Ándalus, no se perdió del todo la presencia de una cultura que había estado siglos asentada en este espacio geográfico, sino que toda esa herencia cultural e idiomática pervivió de diversas maneras en formas de lenguaje y expresiones culturales, costumbres, formas de vivir la religiosidad, etc., y también en el flamenco. Según nos explica Antonio Manuel en este libro dedicado al flamenco y su origen, esa huella morisca, filtrada también en el pueblo gitano y con todas las herencias anteriores de otros que antes poblaron la península, está en el origen del flamenco. Incluso del propio nombre del flamenco. Felah Menkub, campesino o jornalero al que han desposeído de todo, de lo material y de lo inmaterial, provendría de esta herencia, de esta presencia que se hace visible a todos en monumentos como la Alhambra o la Mezquita de Córdoba, pero que se quiere oculta en el resto de costumbres y expresiones culturales, en este caso andaluzas, que es donde se fundamenta el libro, en la idea de una Andalucía que ha sido expoliada de tantas cosas que ni siquiera su cultura es suya y ni siquiera su cultura se admite que pueda tener otros orígenes que los castellanos y romances. Bien, el autor nos explica, de una manera realmente fascinante, los orígenes de cantes, de palos, de palabras, de expresiones, incluso de letras que tienen su raíz en esa presencia musulmana. No puede ser que todos se fueran, no puede ser que aunque se convirtieran no conservaran algo de su historia, de su idiosincrasia. Algo tuvo que quedar. Ese algo que uno ve y que, desde su ignorancia, considera lógico. Oyes cantar, oyes y ves y piensas, es que esto es... cómo no va a ser. Antonio Manuel hace un ejercicio de reivindicación de ese pasado y de ese origen y, ojo, no lo impone a todo lo de después ya que todo lo de después no lo entiende sin eso. Y sin embargo. 

Sin embargo, el libro, a medida que se lee, sorprende porque se basa en lo que el propio Antonio Manuel ha intuido, ha inducido, ha observado, pero sin aportar muchas más referencias documentales que las de algún texto de Lorca, o las aportaciones de dos o tres nombres pero no de obras a las que remontarse. Y es entonces cuando surgen las dudas. No hay bibliografía. Dónde puedo yo seguir investigando sobre esto. ¿Cómo puede ser que esta idea del flamenco, tan estimulante y lo digo muy en serio, no sea merecedora de una obra más densa, más académica (en la academia también hay espacio para los investigadores heterodoxos), a la que el autor nos remita para abundar en todo esto? Y esa sombra de la duda te acompaña si cometes el error de querer buscar en las redes alguna referencia sobre el libro y el autor y ves como lo ponen a parir quienes desde la flamencología denuestan sus teorías como si de un charlatán se tratara. 

Lo que nos parece claro, diáfano, leyendo este libro, lo que no parece que tenga otra vuelta de hoja y es evidente, la permanencia de lo morisco, lo andalusí en lo andaluz, la reivindicación de una Andalucía con una cultura que es heredera directa de, aunque no se haya querido nunca admitir, pues parece que no, que no es y que ya hace tiempo que se dejó de pensar así. Y no quiere uno pensar que es víctima de un relato nacionalista más, ni que se va a dejar llevar por quienes quieren eliminar cualquier referencia a lo moro de nuestra historia, no vaya a ser. Pero genera dudas. Y ahí estoy. Con las dudas.  

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