jueves, 6 de septiembre de 2018

La conversación pendiente

Y me fui para allí con toda la intención de decirle exactamente lo que le tenía que decir. Ya me tenía un poco cansado con tanto rollo y al final no me quedó otra que armarme de valor y dirigirme a él. Y tuve que ir a decírselo. A decírselo de una vez por todas. Por todas, así, con la mano haciendo así, por todas, como cuando dices algo y lo dices así moviendo la mano, como si fueras una folclórica cantando Torre de Arena o a la faraona o a la más grande diciendo No me vas a grabar más. Y dije, de una vez por todas, así con la mano diciendo por todas, se lo voy a decir. Y me fui para allí y fui caminando decidido, como los Bee Gees cuando caminan decididos en la canción del pelo pa trás, o como el muchacho ese con cara de estar falto de algo que va cantando con los violines de fondo y se le tropieza todo el mundo. Yo no me tropecé con nadie, ni mucho menos. Antes al contrario, me encontré con bastante gente que me iban preguntando por esto y por lo otro y yo que no soy mucho de hablar pero que si me preguntan pues eso, les iba contestando y respondiendo. Alguno me preguntaba sobre el tema y les decía yo, pues me pillas que ahora mismo voy a decírselo. Y me decían pues dilo. Y yo, pues lo voy a decir. Y ellos, pues es que se lo tienes que decir y se lo tenías que haber dicho ya antes. Y yo, pues a eso voy. Y ya que estaba claro el objetivo me preguntaban por otras cosas y yo pensaba que bueno, que me tenía que ir, y les decía que me estaba yendo, que tenía que decírselo. Y uno me paró así como desde atrás y me dijo, pues a mí me parece que no tendrías que decirle nada. Y ya me hizo dudar. Y yo dudando no valgo para nada. De verdad que no. Soy de esas personas que dudan, que no lo tienen claro. Y mira que iba yo todo decidido para allí que me lo comía vivo. Vamos que si me lo comía vivo. Menudo. Y allí iba yo y ese me dice, pues yo creo que no. Y me hizo sentir esa cosa que te entra como que no lo tienes claro y que tienes que yo que sé. Y así que me entretuve y no sé porqué pero me vi dando vueltas en torno a su puerta. Vueltas y vueltas. Y no me encontraba con nadie y entré en un bar y me pedí un cortado, no, lo cambié, una caña, no lo cambié, por no entrar oliendo a cerveza y que encima me dijera 'oliendo a cerveza vienes'. Porque es que le temo, le temo, le temo, le temo, me da un miedo que me muero y que me diga cualquier cosa es que me pone ya que no sé. Me pone absolutamente perdido y me dan ganas de coger y ponerme a llorar, me tiene derrotado, ganado, hace conmigo lo que le da la gana. Iba a pedirme al final una cocacola, pero es que la cocacola no me gusta y le dije al camarero ya basta, así con la mano, ya basta, así, ya basta, como las folclóricas y como las bailaoras y como la gente así como temperamental que dice... y me fui para la puerta de la casa y iba a picar pero me temblaba la mano y no sé ni a qué piso toqué. Esperé a que sonara la voz y no sonaba la voz, no contestaba nadie. Y me dije, no hay nadie. Y esperé y no contestaba nadie y al final que ya me iba, es que ya me iba, es que ya estaba yéndome, al final sonó una voz que me dijo 'quién hay ahí'. Y no sé si reconocí o no reconocí la voz. No la reconocí. No era él. No era él. No lo era. Y mira qué hora es. Y piensa lo que quieras. Todo el mundo piensa. Y todo el mundo sabe mucho.

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