sábado, 30 de octubre de 2021

Vida


Para tratar la vida de Angelo Balkidopoulos deberíamos tratar primero el tema de la familia. El tema de la familia es un motivo recurrente para tratar asuntos relativos con la vida y en el caso de Angelo Balkidopoulos es más que evidente. Es una familia típica, una familia compuesta por todos los elementos clásicos de una familia. Padre, madre, hermano, hermana y el joven Angelo Balkidopoulos. Con los abuelos y abuelas vivas y los tíos y tías correspondientes. Una familia que al joven Angelo Balkidopoulos le repugnará absolutamente. Para entender la vida de Balkidopoulos hay que saber que siempre renegó de su apellido. Que no se llamaba Balkidopoulos y que tampoco era Angelo. Para entender la vida de Angelo Balkidopoulos hay que tener presente la huída del concepto de normalidad. Una vida escapando de lo que es común, corriente, normal, póngase usted aquí, siga usted esta línea, espere un momento que ahora le atiendo, el horario es de 15.30h a 17.00h, se está llevando mucho ahora, estoy enganchadísimo, lo ví también y me encantó, salgo cada mañana a correr, qué puesta de sol tan bonita. Una vida escapando del perro, de la vida. Una vida dedicada a no vivir. Si la vida es esto, Angelo Balkidopoulos decidió no hacerlo nunca más. ¿Cuándo se torció Angelo Balkidopoulos? Muchos han visto en diversos momentos de su vida el aldabonazo definitivo para esa conversión en lo que Angelo Balkidopoulos ha sido para todos nosotros. Una vida dedicada a la contra. Una vida que es el ejemplo de lo que a todos nos gustaría ser. La vida, qué es. La vida, vivir, saltar, disfrutar, odiar, temer, cantar, amar, ay, amar, amar. Amar, para Angelo Balkidopoulos es sinónimo de vivir. Pero su concepto del amor, del cariño, de lo que quiera que sea eso del afecto, es tan complejo, que en muchas ocasiones se reduce a un mínimo, a una línea, a algo tan de síntesis de tantas cosas que no podríamos imaginar que ese concepto de amor se corresponda con nuestro absoluto de amor. El amor y la vida. Saltar, pedirte una cerveza, no mirar el reloj, eso es vivir. Angelo Balkidopoulos no vivió de esta manera. No quiso vender, no quiso comprar, no quiso caminar, salir a la calle y doblar esa esquina, abrir las cartas del correo, responder al interfono. Para tratar la vida de Angelo Balkidopoulos debemos saber algo de la vida. Y es aquí donde termina todo. 

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