sábado, 30 de junio de 2018
Vida Festival. Vivencias propias.
El gran mundo de la música. Una reflexión sobre la música. Una de las mejores cosas que tiene asistir a eventos musicales o conciertos propiamente dichos con los que no tienes nada que ver, o que directamente no te gustan es que aprecias de una manera especial la música que te gusta. En un concierto de cierto chumba chumba, o un cortavenas, o unos débiles de aquellos… dice uno, qué ganas de escuchar Hawkwind o qué bonito es tener una lista de reproducción de los tal. Los que quieran. Qué bonito es escuchar la música que le gusta a uno y cómo se aprecia en los momentos en los que le falta a uno. A uno. La música. Y qué bonito es también descubrir o quitarte de encima ciertos prejuicios. Antes, antes nos hubieras cortado las piernas por escuchar esta mierda bakala, y ahora… pues eso es así. El ser humano es complejo y simple a la vez. Y hace muchas cosas muy diferentes.
El segundo día del Vida se presentaba como un compendio de historias que había que cerrar: St Vincent, Los Ganglios, Za y Esteban y Manuel. Comencemos.
Hemos llegado a una hora más o menos similar a la de ayer, pero hoy se nota que hay más gente y algo más de guiris. Esto de señalar si hay guiris o no qué sentido tiene. Ninguno. Pero rellena. Amigo. El caso es que llegamos y vemos mucha gente y muchas cosas y decidimos que bueno, que así a bote pronto no nos hace ninguna y nos vamos a cenar hasta que pase algo. Y me pido un canasto de pollo y patatas fritas y cuando tengo que decir a qué nombre digo Klaus y no Anatoly. Y es que el ser humano es simple y complejo. Y viejo. Vamos a cenar, y nos vamos a una mesita y vamos de vino tinto. Toda la vida criticando el rollo reaccionario y clasista de los festivales poperos y prefiero un vinito tinto que la cerveza me deja la pancha… y que oye, un día es un día. De vinitos. Estamos cenando y de fondo empieza St Vincent.
Cosas que decir de St Vincent. No conozco nada de St Vincent. Hizo el disco con el David Byrne, he leído cosas pero música, nada. A la tercera canción, propongo ir. Vamos. Oye, pues un descubrimiento. No es la consecución de la hipotenusa, pero ahí está. Y cuando se marca unos guitarrazos lo peta. Lleva tres músicos. Dos chicos, con la cara vendada, y una chica que toca teclados y bajo. Ella a la guitarra es bestial. Y tiene muchas cosas de Prince y de gente que medio te suena, pero bien. Me ha gustado. No significa que sea una rockera del copón, la música que hace es de difícil encuadre, pero tiene un qué. Va, en serio, que nos ha gustado. Y ya es mucho. Que tenemos el morro fino. Pero nos vamos un poco antes de que acabe, porque van a empezar Esteban y Manuel.
Cosas que decir de Esteban y Manuel. Juanra, el de la Tienda, lleva tiempo con el rollo de Esteban y Manuel, y uno lo ha escuchado y dice… pues no sé, es como… no sé, salsa, o música tropical que tendrá su rollo pero es que no es mi rollo. No sé, o que es un rollo que no. Son dos, Esteban y Manuel, dos gallegos, salen al escenario. Teclado y Guitarra y loops y bases. Y el vocoder. Y creo que no tiene nada que ver con lo que suena en disco. Es un poco como Rolando Bruno. No parece que sea lo mismo. Pero digamos que la cosa es que endurecen el discurso en directo. Con el vocoder y con Esteban y Manuel todo el rato en la boca. Quieras o no quieras, te mola. Y el rollito. El rollo del de los teclados, dirigiéndose al público como si estuvieran en la fiesta del Raval. Pues igual. Y la gente enfervorecida. Y entre el público, los Pantomima Full. Ojo. Ojito. Y de tal manera que van cantando canciones uno se pregunta si los prejuicios no le están quizás privando la oportunidad de conocer e enriquecerse en tantos y tantos aspectos de la vida. Y una mierda. Acaban Esteban y Manuel y ya no nos quitamos el Esteban y Manuel toda la noche. No. No. Toda la noche no. Todavía ahora, mientras escribo esto, a mi lado la gente canta Esteban y Manuel. Adelante. Vienen este año al Sintonizza, no los voy a ir a ver. Pero porque no puedo.
Nos perdemos un rato, vamos a ver no se qué o no sé cual. Empiezan Franz Ferdinand. Hace un año y pico, la primera canción que nos sacó un poco del estado de alarma, escuchándola en el coche, fue una de Franz Ferdinand. Right Actions. Y tenía ganas de escucharla yo. Y vamos a ver un poco, pero tan poco que no. Y la verdad, es que desde que se fue el del flequillo, parece que el grupo es un poco menos. El Abel dice que les vio cantar el Take me Out. Nos vamos a dar otra vuelta, empiezan los Za!
Cosas que decir de los Za! Los Za! (les llamaremos Za) nos gustan tanto que… nos habían dicho, el Pako, que ya no tocaba la guitarra. Y claro, si no toca la guitarra… es que molaba tanto lo de la guitarra… en fin. Vamos. El rollo es que es muy distinto. Lo que hemos hablado tantas veces de las maquinitas. Maquinitas a tope. Tantas maquinitas. Pero será que ayer la cosa me pilló de mejor humor, me pareció mejor. O más… rompedor. Es que la última vez creo que se habían tirado a un rollo que no. Y ayer era todo muy chungo. Si hasta tocaron el himno del pp. Si es que incluso al final pusieron en plan radio fórmula Ace of Base, la de aquella peli de los desfiles, música de radiofórmula y y… que se acaban. Bueno. Mucho mejor. El batería se va corriendo porque es el batería de los Ganglios.
Cosas que decir de los Ganglios. Me habían dicho que había que escuchar a los Ganglios, lo había intentado, pero me parecían algo así como… bueno, una línea a seguir, pero que era un poco… enlatada. Pero no. Ayer no. Ayer no era enlatado, ayer era un grupo de punk haciendo punk y dando caña. Y alguna vez, bakala. Y alguna vez más caña. Bien, muy bien. Me gustaron mucho, desde el principio. Desde la teclista con un barrigón hasta el batería de los Za dando y endureciendo el discurso de la misma manera. Todo. Hasta los momentos de 20 segundos de bakalao total. Todo, muy bien. Estupendo. Vinieron el año pasado al Sintonizza, no los vi.
Oye qué éxito de noche. Nos vamos. Me hago una foto con uno de los Pantomima. Todo hacia arriba. Joe Crepúsculo. Yo ya sé que no me iba a gustar y efectivamente me dejó igual. Y no pasa nada. De hecho, hubo momentos, como el final, que no estuvieron mal. Lleva una colla de gente al lado que hace cosas. Un chico que canta y anima y hace como de ‘eh, es joe crepúsculo, no os dais cuenta…’. Lleva a tanta gente que incluso está Tomasito. Tomasito!! Ahí descamisado y tocando palmas completamente desubicado. Ya hace rato que me he pasado a la cerveza. Son las tres de la mañana. Nos tenemos que ir yendo.
Nos vamos. Antes pasamos por delante del Guille Milkyway y nos paramos porque está sonando I want you back de Michael Jackson. Y ya nos vamos parando. Y el camino hasta llegar al autocar es largo. Y a cada canción hay que pararse. Y ya en la puerta pinchan Groove’s in the heart. Y no hay manera.
Y nos vamos y son las cinco y los pies llenos de tierra. Y bueno. Uno llega a una conclusión. Una conclusión que quizás es la misma conclusión que la de la música pero referente a otra cosa. Cosas que echa uno de menos. En este caso no son cosas. La música. El Dvd. Y hoy ya plegamos. No he contado que he ido a la piscina. Ni que me ha dado una rampa durmiendo. Solo hablo de mí.
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Oh, St Vincent a mí me gusta! Cada disco es bastante diferente y en el último lleva una estética bien rarita, puede echar un ojo (y oreja) en Youtube.
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