jueves, 19 de septiembre de 2019

Gastarbeiter

Toda la vida me había importado una mierda lo de correr, llegar el primero, estar ahí. Por eso me tuve que ir del pueblo, porque no hacían más que meterme prisa, corre, haz, tienes que ir, cantar, ahora baila, ahora saluda al señor alcalde, a las siete empieza la procesión y tienes que estar en el sitio correcto para que te vea la gente que has ido. Jamás. Nunca. No quería. Y en cuanto me bajé del tren, comencé a correr. No sé si es que todavía no me fiaba de que volvieran a meterme dentro y me devolvieran de nuevo para el pueblo o qué. Pero en cuanto el tren paró en la estación y tuve los bártulos controlados, me bajé como un espiritado. Comencé a correr por el andén y creo que todavía no he parado. Me muevo con prisa, con inquietud. Necesito estar todo el rato en danza, del trabajo a la casa, de la casa un rato al centro, del centro de nuevo a casa, de la casa a ver a la hija, de ver a la hija a ver cómo el nieto juega, del club al trabajo, sin parar, sin pensar.
Si un día me parase a pensar, ese día dice la mujer que me entrarían los remordimientos y la pena. Ella dice que de vez en cuando tiene pena. La conocí aquí, resulta que era del mismo pueblo que yo pero sus padres se habían venido antes. Yo no me acordaba de ella cuando estábamos en el pueblo, porque no crecimos juntos, supongo. Cuando llegué aquí la encontré en un baile, hablamos, su padre conoció al mío allí y ya pegamos hebra. Hasta hoy. Ella dice que de vez en cuando tiene pena, pero no sabe de qué, porque ella no estuvo allí. Dice que iba de pequeña con sus padres a poco que pudieron desplazarse. Iban algunos veranos, hasta que ella se hizo más mayor y a los padres se les murió la abuela y ya no volvieron más. Ella dice que de vez en cuando se acuerda de cosas de niña y eso. Eso es porque iba de vacaciones y no vivía allí, le digo yo siempre. Siempre corriendo, siempre teniendo que estar en algún sitio para que te viera la gente. Tenías que estar.
Por eso ella no corre nunca. Ella siempre parece que ya lo tiene todo. Porque lo tiene todo, claro. Está hecha ya a estar aquí y no tiene que correr para nada. En cambio, yo tengo miedo. Siento que si me paro un día me van a volver a llevar para allí. Mi hija no es tampoco de las que tienen prisa. Es como su madre. El nieto juega a fútbol y me gusta verlo, ya lo he dicho. Le dicen que es muy lento porque es medio español y los españoles somos lentos.
No tiene ni puta idea.

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